El papel protector de la aspirina frente a algunos tipos de tumores se conoce desde hace años, sobre todo en el caso de los tumores colorrectales. Sin embargo, es la primera vez que un análisis muestrauna reducción de la mortalidad cercana al 20% en un amplio abanico de diagnósticos.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford y de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (ambas en Reino Unido), ha revisado los resultados de ocho ensayos clínicos sobre los beneficios de aspirina, que incluyeron entre todos a más de 25.000 pacientes.
En estos trabajos se comparaba la evolución de los pacientes que tomaban a diario 75 mg de aspirina (un comprimido para adultos contiene 500 mg), frente al resto de participantes (que no tenían esta práctica).
Según sus conclusiones, la veterana pastilla blanca demostró una reducción de la mortalidad por distintos tipos de cáncer superior al 20% transcurridas dos décadas (un beneficio aún más evidente en el caso de los tumores gastrointestinales, cuya reducción se situó en el 35%).
Como siempre ocurre con este tipo de estudios, los investigadores subrayan que la aspirina no está exenta de riesgos (las hemorragias gastrointestinales y cerebrales son las más conocidas), y sus conclusiones no suponen que cualquiera deba comenzar a automedicarse a raíz de estos resultados.
Sin embargo, añaden, estas conclusiones alteran el balance de riesgos y beneficios que hasta ahora se mencionaban en las guías y documentos oficiales a la hora de valorar el papel protector de la aspirina.
Los resultados no han sorprendido a la comunidad científica, que ya había observado hace años la capacidad de la aspirina para frenar el crecimiento de las células malignas en el laboratorio, y que conocían también su papel protector en el caso concreto de los tumores colorrectales.
Y aunque el estudio no entra a valorar los mecanismos específicos que podrían explicar este fenómeno, todo indica que la acción del ácido acetilsalicílico contra el cáncer se produce a través de su acción antiinflamatoria, puesto que cada vez se conoce mejor el papel de la inflamación de los tejidos (y de moléculas como las prostaglandinas) en la aparición de tumores malignos.