Para llegar a esta conclusión los investigadores trabajaron con un ratón transgénico con el gen de la proteína tau humana anómala expresado predominantemente en la corteza entorrinal. Y a lo largo de 22 meses observaron como desde allí se extendía progresivamente al hipocampo y al neocortex, dos áreas necesarias para el buen funcionamiento de la memoria y para formar nuevos recuerdos.
El descubrimiento podría tener implicaciones para el desarrollo de nuevas terapias. Los autores sugieren que, si la patología empieza en la corteza entorrinal, la mejor estrategia sería tratar el alzhéimer del mismo modo que se aborda el cáncer, dando prioridad a la detección y tratamiento precoz.“Y justo al principio, bloquear el ‘salto’ de la proteína tau de unas neuronas a otras, quizás usando algún tipo de inmunoterapia, para que no llegue a regiones del cerebro donde causa demencia”, sugiere Karen E. Duff, coautora del trabajo.