Polonia vaticinó en octubre de 2008 que entraría en el euro en 2012. Dos semanas después, Lehman Brothers colapsó. La gigantesca crisis que estalló entonces ha enfriado los planes del país centroeuropeo para acceder al club monetario de la UE. En estos tiempos turbulentos, estar fuera ha beneficiado a la economía polaca. Al menos hasta ahora. "La depreciación del zloty ha ayudado a nuestras exportaciones", afirma Jacek Hirsz, gerente de ventas de Manless, un fabricante de aperitivos de Varsovia. Pero nadie ignora en la capital polaca que cualquier país puede convertirse en el próximo objetivo de los mercados de deuda. Y que, si hay que lidiar con la prima de riesgo, mejor no estar solo.
Los Nowakowska-Stelmach, el matrimonio propietario de la mencionada empresa, venden sus productos fuera de Polonia desde hace cinco años, poco después de la entrada del país en la UE en 2004. De momento solo exportan a Dinamarca -no está en el euro, pero vende principalmente a los países del euro- y Eslovaquia. "Las ventas en el exterior se han mantenido, mientras las del mercado doméstico han caído", añade Hirsz. Una de las razones es que el zloty vale hoy frente al euro casi un 30% menos que en 2008, con lo que los productos polacos resultan más baratos.
"Polonia se ha beneficiado de no estar en la zona euro: hemos ganado competitividad y las exportaciones han crecido", explica Aleksander Smolar, presidente de la Fundación Batory en Varsovia. Además, el país no ha tenido que desembolsar ni un céntimo para financiar los planes de rescate de las grandes víctimas de la zona euro, como Grecia.
En 2009, Polonia fue bautizada como la isla verde de la UE por ser el único país que no entró en recesión. Este año prevé crecer un 4%. "A no ser que suceda una catástrofe, la economía avanzará el próximo año al menos un 2%; la producción industrial sube, el consumo interno aguanta y los fondos europeos garantizan un nivel de inversión", dice Krzysztof Blusz, del instituto Demoseuropa.
Si todo es tan maravilloso fuera del euro, ¿para qué entrar? Mientras el entusiasmo por la moneda única decae entre la opinión pública (el nivel de apoyo entre los ciudadanos a la divisa ha pasado del 65% al 50%), el Gobierno de la Plataforma Cívica (centro-derecha) no ha puesto una fecha para adoptar la moneda común. Además, Polonia no cumple los criterios de convergencia aún y, con la que está cayendo, alcanzarlos resulta difícil.
Una de las diputadas del partido en el poder, Malgorzata Kidawa-Blonska, explica en su despacho en el Parlamento que la voluntad de su formación es "entrar cuando las circunstancias lo permitan". Es decir: "Lo ideal sería tras la crisis". Pero, pese a la prudencia, el país tiene vocación de acabar entrando en el euro y, como lo han hecho saber sus dirigentes en las últimas semanas, quieren ser oídos en los debates. De hecho, esta semana el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, mostró la vocación europeísta de su Gobierno pidiendo a Alemania que liderara la salida de la crisis europea. Unas declaraciones que han causado indignación entre algunos partidos euroescépticos, como el del ex primer ministro nacionalista Jaroslaw Kaczynski.
Pero hay algunos indicadores inquietantes. "Somos un objetivo potencial de la crisis de la deuda y por eso el Gobierno ha presentado un plan de austeridad", asegura Smolar. Antes de recibir el golpe, el Gobierno se ha anticipado con un paquete de medidas que incluye el retraso de la edad de jubilación a los 67 años y la eliminación de algunos privilegios de colectivos como los mineros y los sacerdotes.
El economista Stanislaw Gomulka pone cifras a esos temores. Aunque la deuda pública se mantiene por debajo del 55% del PIB y se hable muy poco en Europa de la prima de riesgo polaca, lo cierto es que no es baja. "El interés de la deuda está en el 6% y, si tuviéramos un problema de credibilidad, subiría rápidamente", explica. Y eso se debe, en parte, a que el país está fuera del euro, según Gomulka. Además, la economía está más expuesta, ya que el Banco Central polaco no puede comprar deuda nacional, como hace el Banco Central Europeo.